Cargadores de Borrachos

A principios del siglo XX, cuando Estambul todavía respiraba el aire del Imperio Otomano, existía una figura tan peculiar como útil: el küfeci.

Durante el día, eran simples porteadores. Caminaban encorvados, con el sudor empapando sus camisas, mientras acarreaban pesadas cestas de mimbre —küfe— llenas de mercancías para los bazares de la ciudad.

Pero al caer la noche… su labor cambiaba.

En los barrios de bares y tabernas, especialmente en Beyoğlu, se apostaban discretamente afuera, esperando a los bebedores que no pudieran mantenerse en pie. Y cuando uno caía rendido, no lo juzgaban ni lo dejaban a su suerte: lo levantaban, lo acomodaban dentro de la cesta como un saco dormido… y se lo llevaban a casa.

Así nacía el término küfelik: alguien tan ebrio que tenía que ser puesto en una cesta.

No había licencias oficiales ni empresas reguladas. Algunos llevaban un número de identificación colgado en el cuello. Otros, simplemente negociaban la tarifa con algún amigo del ebrio antes de desaparecer calle abajo entre adoquines y faroles de gas.

Las revistas satíricas de la época, como Akbaba, los convirtieron en íconos nocturnos: caricaturas de küfeci cargando hombres desmayados como si fueran sacos de harina, cruzando una ciudad que no dormía… pero que a veces necesitaba que alguien la llevara de vuelta a casa.

Una profesión olvidada. Una historia casi imposible. Y sin embargo, tan humana.