Por Fernando Ballesteros / Puro Béisbol, MX.
En la esfera social, Las infidelidades destruyen legados y cualquier error fuera del campo se convierte en linchamiento público, pero Bartolo Colón rompió todas las reglas…y se fue a dormir ovacionado.
El dominicano, apodado con cariño brutal “Big Sexy”, no solo fue un fenómeno en el montículo, también lo fue en los tabloides. Y no por jugar con fuego, sino por prenderle fuego al vestidor entero y salir ileso.
Porque hay que decirlo sin tapujos: La vida de Bartolo fue tan licenciosa como su recta fue duradera.
El escándalo que no escandalizó a nadie
En 2016, mientras lanzaba para los Mets, se supo que Colón mantenía una familia “paralela” en Nueva York. No una aventura esporádica, no una infidelidad común. No. Tenía otra familia formal, con hijos incluidos, mientras su esposa e hijos oficiales vivían en la República Dominicana.
Cuando el escándalo salió a la luz, ¿qué hizo la afición? ¿Lo abucheó? ¿Lo canceló?
No. Lo siguieron aplaudiendo. Incluso los memes se desbordaron con afecto. El tipo había llevado la doble vida de una telenovela… y lo tratamos como si fuera el primo travieso que todos tenemos en la familia.
¿Por qué?
Una mezcla imposible: torpe, carismático e indestructible
Bartolo tenía lo que nadie más en MLB: parecía fuera de lugar, y sin embargo, siempre estaba en el lugar correcto.
Con su panza prominente, su andar de hombre común y su casco volador al batear, no era la imagen del atleta esculpido… era la del compadre que te gana en softball con una caguama en la mano.
Pero eso era solo la fachada. Colón fue un Cy Young, un All-Star, un caballo de carga que llegó a lanzar en MLB hasta los 45 años. Y en medio de todo eso, se metía en problemas personales como si tuviera 20.
Lo amamos porque era humano… descaradamente humano
Bartolo no vendía la imagen del beisbolista perfecto. No fingía que era ejemplar, ni lo intentaba. Y eso, curiosamente, lo volvió más real.
Cuando se supo que tenía hijos fuera del matrimonio, nadie pensó en “el ejemplo para los jóvenes”. Pensamos: “Claro, es Bartolo”. Cuando se metió en líos legales por manutención, fue casi una broma. Cuando le dieron 50 juegos de suspensión por dopaje… ya ni nos sorprendimos.
¿Y sabes qué? En cada regreso, lanzaba strikes, repartía sonrisas y se ganaba la ovación. Porque su personaje era más fuerte que sus errores. Y eso, en estos tiempos de juicios sociales automáticos, es un superpoder.
¿Hipocresía o indulgencia?
Muchos peloteros fueron crucificados por mucho menos. Pero Bartolo, con su barriga legendaria, su recta colocada y su swing ridículo que se convirtió en meme universal, logró lo impensable: que los escándalos le sumaran carisma en lugar de restarle respeto.
¿Es justo? Probablemente no. ¿Es lógico? Tampoco. ¿Es real? Completamente.
Conclusión: Bartolo Colón no fue perfecto, fue eterno
Quizás porque, en el fondo, todos quisiéramos tener la vida licenciosa de Bartolo… y salir bien parados.